Lo que aprendí, desaprendí, valoré y entendí en Japón (Parte 1)

Siento que la última columna que escribí fue medio dramática y llena de reflexiones duras del año que termina. Si bien fue un año para reflexionar (bastante), hay que seguir la premisa de que “vendrán tiempos mejores” y así fue para mí… terminé el año e inicié en Japón. Tenía casi dos décadas queriendo visitar este país pero primero un tsunami y después una pandemia habían evitado mi visita. Hoy, por fin, se cumplió mi deseo y este viaje me ha cambiado para siempre.

Primero que nada, no importa lo mucho que te hablen sobre Japón, lo mucho que investigues, incluso todas las historias y TikToks de tips que te avientes: NADA se compara con lo que verás, sentirás y cómo cambiará tu concepto de la vida. Sobre todo si vienes de un país occidental y, mucho más, latinoamericano.

El orden y la limpieza en Japón

De las primeras cosas que vas a notar y percibir al llegar a Japón es el orden, la presión y la perfección; es inimaginable pensar que existe un lugar en el mundo en donde todo es perfecto, limpio, ordenado y planeado.

A pesar de que Tokio es una de las ciudades más pobladas del mundo (cerca de los 38 millones, mientras la CDMX tiene poquito más de 17 millones), es una metrópoli silenciosa; las calles no están inundadas de sonidos estridentes y ni siquiera tocan el claxón, ¡una locura! Tampoco vi un solo papel en el piso, aunque encontrar un bote de basura es casi una proeza; la única vez que vi un papel tirado en el piso vi cómo alguien se agachó, lo recogió y lo guardó en su bolsa. Los jardines son perfectos y bien cuidados y regados, pareciera que estás en el futuro.

Para mí, que soy fanática de la limpieza, esto era como vivir el sueño: lo pulcro, los coches limpios, sin estar chocados, todo en perfecto estado y perfecto orden. Maldita sea, entendí que mi lugar perfecto sí existe y se llama Japón.

El sentido de la moda

Segundo punto que voy a tocar, es el tema visual. ¿Qué onda con el ‘sense of style’ que manejan los japoneses? O sea, parece pleno ‘fashion week’ en un día normal. Todos impecablemente vestidos, pero además con una propuesta de moda que te hace voltear como muñeca de feria para todos lados.

No sabes todos los looks de impacto que vi, todos en una paleta de color, con un sentido especial sobre siluetas, proporciones y fit; la ropa en perfecto estado, bien planchada y bien acomodada. Jamás había visto algo así, ni en París, ni en Milán, ni en Nueva York durante Fashion Week se ve tal despliegue uniforme.

Importante también es resaltar la cultura que existe en comprar ropa de segunda mano, vintage o de poco uso: centros comerciales dedicados al 100% a esto y es parte de la cultura del buen vestir. También vi muchas tiendas de ‘upcycle‘ en donde, de manera épica, creativa y minuciosa, dan una segunda, tercera o cuarta vida a prendas usadas.

Claro, al ver cómo conservan sus coches y su ciudad me puedo imaginar que son así de cuidadosos y obsesivos con todas sus posesiones. En este punto, me gustaría también agregar que son sumamente delicados y detallistas a la hora de envolver lo que compras, todo con paciencia y maestría.

Seguiré en la siguiente entrega hablando sobre mis aprendizajes en tierras niponas. Todavía mucho más qué aprender y admirar.

Con cariño,
Gina

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