Lo que aprendí, desaprendí, valoré y entendí en Japón (Parte 2)

Les cuento que, después de casi tres semanas viajando por Japón (que incluyeron un terremoto, un tsunami, un avión en llamas y un toddler corriendo por todos lados), sigo obsesionada con el país y oficialmente se ha convertido en mi lugar favorito para vacacionar.

En la columna anterior tocaba algunos temas medulares: el orden, limpieza y perfeccionismo, al igual que el impecable (y sorprendente) ‘sense of style’ y el uso magistral de la paleta de color o detalles. Pues bien, mi aprendizaje no termina ahí y me gustaría hablar de otros puntos.

La seguridad en Japón

Algo que también resulta muy importante es la seguridad. Para alguien que vive en Latinoamérica, que ha viajado por bastantes lugares del mundo y que ha sufrido asaltos en varios, es la primera vez en mi vida que me siento tan segura. La tasa de desempleo en Japón es menor al 2%, y la criminalidad no llega ni al 1%. Es decir, no hay crimen. Con una población de cerca de 130 millones de personas, prácticamente no hay delitos.

En Japón las bicis se dejan en la calle sin candado, las puertas de las casas con cerradura básica y muchas veces la puerta está abierta; puedes dejar tu laptop o celular encima de una mesa para ir al baño por el tiempo que necesites y tus cosas seguirán ahí. La gente es sumamente honesta y nadie va a querer aprovecharse de ti.

Sin duda es un tema cultural que se aprende desde la familia pero, si algo he aprendido en estos días, es que los japoneses son honorables, respetuosos, educados y sumamente empáticos socialmente.

Foto: Unsplash. Erik Eastman

Lo que podemos aprender

Se dice mucho que es una cultura muy cuadrada y estricta; sin embargo, siento que por eso funcionan tan bien como colectivo y honestamente es algo de valorar, sobre todo en este mundo tan caótico como al que nos enfrentamos.

Las reglas acá no se hacen para romperse, sino que las reglas se hacen para que las cosas funcionen, sean eficientes y se respire un sentido de paz, respeto y cordialidad. Su sentido de respeto hacia la sociedad va por encima de sus deseos propios, por ello siempre va a estar primero el otro antes que tú como individuo. Impactante, ¿no?

Si algo me he dado cuenta en estos días es que los japoneses, aunque parecen distintos, al final son también muy parecidos a nosotros en lo esencial. Les interesa lo mismo, les gusta divertirse, sonreír, bailar y disfrutar de la vida; no saben todas las sonrisas que nos han regalado extraños en el camino, todos los detalles fortuitos que han tenido con nosotras para hacernos sentir bienvenidas en su país, todo de verdad sin esperar nada a cambio y con el mayor respeto y cordialidad. Rafaela, mi hija, ha sido la mas regalada y apapachada, nos vamos literal enamoradas de los japoneses, con mucho crecimiento y admiración hacia ellos y su majestuosa cultura.

Les juro que la embajada de Japón en México no me está pagando por hacerle promoción al país pero, si tienen oportunidad de viajar acá, se los recomiendo ampliamente. Es una experiencia que, estoy segura, les va a cambiar la forma de pensar, van a valorar mucho pero también las va a hacer reflexionar bastante sobre cómo vivimos y cuales son nuestras áreas de oportunidad como occidentales.

Seguro se va a convertir en uno de sus lugares predilectos por todo lo que ya les conté pero también porque además tienen historia, gastronomía de impacto, el mejor shopping y climas o actividades para cualquier gusto. Ni se preocupen por el idioma, Google Translate les hace el paro, igual que Maps. Aunque, al final, perderse no es tan malo como podrías pensar.

Con cariño desde Japón y con el corazón roto por irme,
Gina

Foto destacada: Imagen de tawatchai07 en Freepik

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