Qué es la nutrición incluyente y por qué es urgente hablar de ella

Por Marisa Zannie

“Tienes que bajar de peso, te lo digo por tu bien. No es por otra cosa sino por tu salud”. Casi no existe una persona con “sobrepeso” que no haya escuchado estas palabras de un amigo o familiar bien intencionado… o no.

De acuerdo con la nutrióloga Raquel Lobatón, licenciada en Nutrición por parte de la Universidad Iberoamericana y creadora de la que ella ha bautizado como “nutrición incluyente”, un buen estado de salud no necesariamente está relacionado con el peso. “Hay personas delgadas que están muy enfermas, y personas gordas que están perfectamente sanas”, dice la profesional.

Raquel se ha convertido en una figura habitual en programas y podcasts dedicados a la mujer, pues somos nosotras las que más sufrimos la estigmatización por el peso, aunque en realidad los hombres tampoco se libran de los “comentarios”.

Su nombre se ha hecho conocido gracias a su punto de vista, muy distinto al de la mayoría de los nutriólogos. E, incluso al de otros profesionales de la salud. “Soy educadora en diabetes y ejerzo la nutrición desde un enfoque no centrado en peso. Me declaro una nutrióloga antidietas, no promuevo las dietas, las denuncio, las cuestiono, las reto, porque mi visión de la nutrición ha cambiado mucho. Me he convertido en una activista de la diversidad corporal y de la liberación corporal en redes sociales. Tengo una certificación en ‘body trust’ (confianza corporal), y hoy me dedico a ayudar a las personas a sanar su relación con su cuerpo y la comida”, asegura contundente.

Foto: Esteban Torreblanca

La nutrición incluyente

Lo que Raquel ha llamado “nutrición incluyente” engloba el abordaje que tiene sobre la nutrición y la salud, y proviene de modelos creados hace unas décadas, en los que se basa.

“Trabajo bajo dos modelos o líneas. La primera es ‘salud en todas las tallas’. Es una forma de abordar la salud que surge en los años 80 en los Estados Unidos y que ha ido tomando más fuerza. De unos cinco o seis años para acá fue cuando se empezó hablar de ello en los países latinos”, comenta.

Raquel dice que hemos hecho mucho daño al centrar la salud en el peso. Nos han creado una narrativa sobre que el peso de una persona es, de manera primordial, lo que determina su salud, cuando no es así. La salud es más compleja.

Esta fijación con el peso ha llevado a las personas a sumirse en interminables ciclos de dietas que en la mayoría de los casos no funcionan a largo plazo, y, muchas veces, la salud se ha deteriorado más.

“Si una persona empieza a dormir ocho horas diarias, deja de fumar, atiende a sus consultas médicas y toma sus medicamentos, ¿esa persona no va a mejorar su salud, aunque no baje de peso? El peso de una persona no es su elección. Hoy sabemos que está basado en más de 100 variables, la mayoría fuera de nuestro control, que tienen que ver con mecanismos de regulación”, añade.

La nutrióloga dice que “no podemos saber absolutamente nada de la salud de una persona por su peso y tampoco podemos conocer de los hábitos de una persona por su peso. Todo es fruto de nuestros prejuicios. Hay que entender que delgadez no es sinónimo de salud, ni gordura sinónimo de enfermedad”.

“Hay personas delgadas con diabetes, colesterol y triglicéridos altos, con cáncer… y hay personas gordas que no tienen esas enfermedades. Si la gordura fuera la causa, como se nos ha hecho creer, entonces ninguna persona delgada las tendría”, dice la nutrióloga.

“La gente está dispuesta a todo con tal de adelgazar, a meterse medicamentos, a someterse a procedimientos quirúrgicos peligrosos, a hacer ayunos prolongados peligrosos, a dejar de comer, a provocarse trastornos alimenticios… todo con tal de alcanzar esa delgadez ‘ideal’”, afirma.

“Nos han vendido que estar delgado es la única forma de estar sano, pero no solo es eso, sino que también vivimos en una cultura gordofóbica. La gordofobia es un sistema de discriminación y de violencia hacia las personas gordas. Vivimos en una cultura que discrimina, violenta, maltrata, da menores oportunidades a las personas gordas, las estigmatiza y no se pondera que eso también daña a las personas, incluso de peor forma”, señala.

Foto: Unsplash. Diana Polekhina

Alimentación intuitiva

“La alimentación la trabajo bajo un modelo que se llama Alimentación intuitiva”, añade Raquel. Se trata de un modelo de alimentación desarrollado en Estados Unidos en los años 90 por dos nutriólogas, Evelyn Tribole y Elyse Resch, alineado a los principios de salud de todas las tallas. No es para perder peso, sino para ayudar a sanar la relación con la comida y la salud, pero no desde un lugar centrado en peso.

“Todos somos comedores intuitivos natos”, afirma Raquel. “Alimentarte intuitivamente significa comer de la forma en la que lo hacíamos todos cuando éramos niños. Nacimos con señales muy claras de hambre, de saciedad, no sentíamos culpa al comer, no comparábamos nuestro plato con el de los demás, no le dábamos valor moral a la comida. Es decir, no nos sentíamos mejores personas por comer brócoli o por no comer donas, todo eso se ha desarrollado por la cultura de las dietas”.

“La alimentación intuitiva busca rescatar a las personas que han estado toda su vida en esta cultura, haciendo todo tipo de regímenes. La idea es llevarlos nuevamente a conectar con su cuerpo”.

Foto: Unsplash. Patrick Fore

¿Es posible desprogramarse?

De acuerdo con Raquel, no es fácil dejar atrás esta mentalidad, pero se puede. “Es posible, sí. Yo lo he visto. Trabajé 20 años como nutrióloga profesional, 20 años dando dietas para perder peso y ahí sí era un laberinto sin salida. Todos mis pacientes terminaban regresando conmigo porque recuperaban el peso perdido o incluso más”.

“Aquí, a lo largo de los seis años que llevo trabajando con esta nueva perspectiva, he visto un montón de gente que ha podido reestablecer una buena relación con la comida y su cuerpo. No es fácil, es un camino difícil, retador, es nadar contracorriente todos los días, no es un proceso lineal, implica mucho valor, apertura, retar creencias, pero de que se puede, se puede”, asegura.

Raquel afirma que el primer paso es empezar a cobrar conciencia. De acuerdo con la nutrióloga, está documentado que el 95% de las personas que pierden peso con cualquier dieta o intervención quirúrgica lo recupera entre dos y cinco años después; y dos terceras partes de ellos suben más kilos de los que habían bajado.

La industria de las dietas genera, solo en Estados Unidos, más de 78 mil millones de dólares anuales, asegura Raquel; a nivel mundial son 250 millones de dólares anuales, según el último reporte.

La estrategia es hacerte creer que tienes un problema con tu peso, con tu cuerpo y para eso te vendo un producto. “Cuando el producto fracasa, porque va a fracasar, yo me quedo con el crédito de la primera parte, cuando sí bajaste y te responsabilizo a ti del rebote, la segunda parte. Entonces te la crees y entras en el ciclo de ir a buscar otra dieta. En el trayecto, no solo recuperas el peso o incluso más, sino que terminas dañando tu relación con la comida y con tu cuerpo. Comes con culpa, miedo, ansiedad, incrementan los atracones. Es un círculo vicioso”, explica.

Centrarnos en el peso ha dañado más la salud de las personas, porque las ha llevado a vivir en este loop eterno. Hay mucha evidencia científica sobre el hecho de que subir y bajar de peso deteriora la salud y es mucho más riesgoso que mantener un peso estable toda la vida, aunque sea un peso alto.

“La discriminación por el peso ha contribuido a deteriorar la salud” asegura Raquel. “Las personas gordas no quieren ir al doctor, porque lo primero que les dicen es ’tienes que bajar de peso’. Los mismos doctores (y hay estudios que lo comprueban), destinan menos atención, menos tiempo, a las personas gordas, no les dan los mismos tratamientos que a las personas flacas porque, antes que revisarlos a fondo, los ponen a dieta. No están recibiendo un trato adecuado ni justo en temas de salud”, asegura.

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Foto: Pexels. Shvets Production

Los principios básicos de la alimentación nutritiva

La alimentación intuitiva, de acuerdo con Raquel, se basa en 10 principios que se deben ir trabajando de forma simultánea.

  1. Rechazar la mentalidad de dieta. Que se entienda que las dietas no solo no sirven, sino que te han hecho daño.
  2. Honrar a tu hambre. Muchas personas están desconectadas de sus señales de hambre por tantos años de dieta. Hay que volver a conectar con tu cuerpo, el hambre es una señal para la supervivencia del ser humano.
  3. Siente tu saciedad. Volver a conectar con ella y poder elegir parar cuando te sientes satisfecha.
  4. Hacer las paces con la comida. Quitarle el valor moral, entender que no es buena ni mala.
  5. Reclamar el placer de comer.
  6. Respetar a tu cuerpo. Que se entienda que es perfecto y que no tiene que cambiar.
  7. Enfrentar tus emociones con amabilidad. No relacionar la tristeza, la soledad, el enojo, la dicha con la comida. No es castigo ni recompensa.
  8. Movimiento corporal. Conectarte con el movimiento y el ejercicio no desde un lugar de castigo ni tortura o culpa, sino por el placer y por el beneficio que te puede traer.
  9. Retar a la policía alimentaria, interna y externa. Es la tía que se viene a meter con tu plato.
  10. Honrar tu nutrición con gentileza. Cuando te liberas de todas las reglas de alimentación y de la mentalidad de dieta y te das permiso de conectarte y escuchar a tu cuerpo, te das permiso de comer lo que tu cuerpo te pide, te das cuenta de que tu cuerpo no solo te va a pedir galletas y papas y que también quiere otros alimentos.
  11. “Cuando digo que no puedo comer chocolates, claro que el día que pueda me acabo de un tirón la bolsa entera; en cambio, si siempre tengo acceso, me como uno o dos, a lo mucho”, dice Lobatón.
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Foto: Unsplash. Brooke Lark

Cuerpos de fantasía

Al respecto de la figura de moda (senos voluptuosos, cintura brevísima, trasero amplio pero firme y perfectamente redondo), Raquel comenta: “Los estándares de belleza se imponen sobre todo en mujeres. Son constructos sociales que se establecen en cierto momento de la historia de lo que se considera bello; siempre con la idea de que muy pocas personas puedan aspirar a él”.

Ella explica que “se lucha con la conciencia, con darnos cuenta de que nos manipularon, de que nos han vendido la mentira de que hay solo una forma correcta de tener un cuerpo hermoso”.

“Hoy en día, en Mauritania se sigue manejando a la mujer gorda como bella, y es igual de violento que acá. A las niñas las obligan a ser gordas con dietas súper calóricas para resultar atractivas a la mirada masculina, que tiene todo que ver con la mirada patriarcal ancestral.
Acá lo vemos como una locura, pero, en realidad, ¿qué diferencia hay con lo que nosotros hacemos? Hambrearnos voluntariamente o someternos a procedimientos no solo costosos, sino riesgosos”.

“Esto va ligado a temas de género”, añade Raquel “tiene que estar en la agenda feminista sí o sí, porque nos hicieron creer que nuestro valor radica en nuestra apariencia. A un hombre no se le sanciona tanto si se aleja de esta hegemonía corporal”.

Raquel afirma que “es violencia estética, que va ligada a la gordofobia y va dirigida a las mujeres primordialmente. Nos exigen ser flacas, pero también jóvenes y también se relaciona con la blanquitud”.

¿Y si no eres flaca?

“Tú no le debes salud, ni delgadez, ni belleza, ni nada a nadie. Desde ahí puedes empezar a poner límites”, dice Raquel al respecto de cómo enfrentar a la “policía del peso”. “A base de la repetición del límite acaban por entender. No tiene que ser desde un lugar grosero y agresivo”, comenta.

Raquel añade que tienes que hacer “tu propia chamba”. “Cosas muy concretas, en especial las mamás: jamás se quejen de su cuerpo enfrente de sus hijas; si yo me digo delante del espejo ‘¡qué gorda, qué fea, qué celulitis!’, mi hija va a aprender a quejarse de su cuerpo y que la gordura es lo peor que le puede pasar. Hay que dejar de hablar de cuerpos, por supuesto”, afirma.

La gordura y las redes

“Yo respeto y admiro a las activistas gordas que se muestran en redes y que hacen un trabajo de liberación corporal colectiva”, dice Raquel al respecto de la violencia contra las personas gordas en redes sociales. “En el momento en que empiezan a mostrar sus cuerpos, están abriendo el camino para otras. No todos tienen esa fortaleza”.

Para reconciliarte con tu cuerpo y tu peso, Raquel aconseja que “lo importante es repetirte que tu cuerpo no es un problema a resolver. No se trata de aceptar tus ‘defectos físicos’, sino de entender que nunca lo fueron, solo te lo hicieron creer”.

Ella recomienda “empezar a consumir contenido en este sentido, hay muchísimo material en redes sociales, libros, artículos, documentales; empezar a deconstruirnos, cambiar de paradigma, aunque no se cambia de la noche a la mañana. Hay que tener mucha paciencia, autocompasión, abrazarte mucho, porque se vive un duelo cuando decides empezar este camino, es renunciar a esa delgadez a la que aspiraste tanto tiempo. Conecta con otras personas que están pasando por lo mismo, haz comunidad y ten mucha paciencia”, concluye.

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